miércoles, 6 de mayo de 2009
El Padre Alegre: | |
JACINTO ALEGRE PUJALS S.I. (Tarrasa 24-XII-1874 / 10-XII-1930). Apóstol de la caridad. Entro en la Compañía de Jesús en 1892. Frecuentaba los hospitales de Barcelona y sentía preferencia por los más pobres que no tenían a nadie. Conoció la obra de San José Benito Cottolengo en Turín, le impresionó la confianza en Dios como único apoyo de aquella Institución y pensó que era lo que él buscaba para los enfermos pobres que visitaba. Sembró la semilla pero no vio fundado el Cottolengo. En los últimos momentos de su vida tenía cerca a su superior el P. Guim y al Sr. Rómulo Zaragoza, un laico dirigido espiritual suyo, ambos se comprometieron a llevar adelante sus deseos de fundar un Cottolengo apoyados por el Obispo Dr. Irurita.
El P. Alegre moría en 1930 y dos años después de su muerte, D. Rómulo Zaragoza comenzó la obra del Cottolengo del P. Alegre que él, desde el cielo, alentaba.
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El 23 de octubre de 1939, festividad de Cristo Rey, nace, en Barcelona, la Congregación religiosa de Hermanas Servidoras de Jesús. Dolores Permanyer i Volart, su fundadora, secundando la acción divina, hizo germinar la semilla del carisma fundacional legada por el Padre Jacinto Alegre, bajo la dirección espiritual del P. Juan Guim, cofundador.
Las Servidoras de Jesús del Cottolengo del Padre Alegre y sus acogidos forman una sola Familia: el Cottolengo del Padre Alegre. | |
El Cottolengo del Padre Alegre, es una forma de vivir y de ver en cristiano la vida. Su misión, como la de otras instituciones de la Iglesia, es la de ser testigos del amor de Dios presente en el mundo. El Cottolengo es una familia.
Muchas veces nos preguntan qué requisitos ha de tener una persona para ser aceptada en nuestra familia. La dos condiciones son que la enfermedad que tenga sea incurable y que sean pobres, que por sus posibilidades económicas no puedan ser atendidos en otros centros.
Cada enfermo en nuestra casa es diferente y con una personalidad marcada. Personas felices que nos enseñan a valorar lo que tenemos y que nos muestran que por encima del tener o el poder está el ser.
¿Cómo vivimos? ¿De quién recibimos ayudas?
Vivimos, aunque pueda parecer utópico, de la Divina Providencia. No tenemos subvenciones y no pedimos ni aceptamos nada que sea fruto de petición. Queremos vivir colgados de Dios, al amparo de su Providencia. Él sabe lo que necesitamos. Por eso nuestra casa es casa de oración.
Y recibimos todo tipo de ayudas: económicas, ropa, alimentos, libros... y sobre todo la ayuda de todas esas personas que quieren integrarse en nuestra familia para hacer realidad el ideal de nuestro fundador:
La Leyenda Negra Antiespañola
El antihispanismo llegó a ser parte integral del pensamiento inglés. Escritores y libelistas se esforzaron por inventar mil ejemplos de la vileza y perfidia española, y difundieron por Europa la idea de que España era la sede de la ignorancia y el fanatismo, incapaz de ocupar un puesto en el concierto de las naciones modernas.
Tal idea se generalizó por la Europa secularizada y petulante del oscurantismo «ilustrado» y enciclopedista, señalando a la Iglesia como causa principal de semejante «degradación» cultural española.
Esta idea se difundió después por todo al ámbito anglosajón y naturalmente entre los yanquis.
El buen historiador norteamericano William S. Maltby, entre algunos otros, en su bien documentado libro titulado "La leyenda Negra en Inglaterra" (1982), dice esto: «Como muchos otros norteamericanos, yo había absorbido antihispanismo en películas y literaturas populares mucho antes de que este prejuicio fuese contrastado desde un punto de vista distinto en las obras de historiadores serios, lo cual fue para mi toda una sorpresa; y cuando llegué a conocer las obras de los hispanistas, mi curiosidad no tuvo límites. Los hispanistas han atribuido desde hace mucho tiempo este prejuicio y sentimiento mundial antiespañol, a las tergiversaciones de los hechos históricos cometidas por los enemigos de España».
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Las investigaciones verdaderamente científicas y cada vez más decantadas de españoles y extranjeros, se pronuncian hoy con veredicto unánime y favorable a la labor positiva y magnánima de España en el mundo, a la vez que se apagan con las luces puras de la verdad, los últimos vestigios del mito de la «leyenda negra» antiespañola, que fue alimentada durante mucho tiempo por la mentira y el odio.
